¿Cómo cambiará el marketing de experiencias?
El marketing experiencial venía pisando fuerte antes de la crisis sanitaria. Los consumidores ya no se conformaban con solamente oír un eslogan: para que una marca sobreviviera, había que vivirla.
Imagínese por un momento que como publicista pretende ser el partner del próximo festival de moda de su ciudad. Miles de espectadores tienen su entrada y esperan al grupo musical en cabeza del cartel. Se abre el telón, suena la música, la bebida la promociona usted, el cartel publicitario también, e incluso, ha preparado una performance especial para anunciar su marca. El éxito está asegurado, o al menos, los asistentes recordarán su marca.
Todo eso sería posible antes del Covid-19. Y este tipo de experiencias se llevaba. Los milenials, la generación zeta.. los consumidores de hoy, lo exigían. Pero, ¿qué pasa ahora que no hay conciertos, que los eventos se celebran a puerta cerrada, que el consumidor mira un concierto en streaming en el salón de su casa? ¿Dónde está la esencia y, dónde está el impacto que puede generar una acción de marketing experiencial que antes hubiera sido in situ?
El marketing experiencial era una de las grandes estrategias en los últimos años y su éxito se ha visto frenado de golpe. Sin embargo, hay que adaptarse y -lo ideal sería- ver oportunidades en cualquier momento de cambio. Por un lado, el consumo se ha parado y es difícil hacer 'ruido de marca'. Y, por otro lado, ahora hay una gran oportunidad para salir a relucir. Los momentos sin precedentes, en los que el consumidor está a la espera del qué pasará, puede ser la ocasión ideal para darse a conocer o recordar que uno está ahí, pase lo que pase.
En definitiva, el futuro de los eventos y las acciones promocionales se resume en tres palabras: streaming, virtual y en directo. Es decir, crear la ilusión de la experiencia mediante estos formatos y llegar al consumidor de esta forma. Hay que crear experiencias inmersivas, acciones directas con el consumidor y usar las apps de moda.